Mi oficina tiene las mejores vistas del mundo

Fernando Almecija: Piloto Comercial

Por Yesmín Sánchez

Una de las profesiones preferidas por la mayoría de los niños se convirtió en realidad para este militar de la Armada, Fernando Almecija. Hoy agradece que esta fuerza le haya dado la oportunidad de, al retirarse, dedicarse a comandar aeronaves que surcan los cielos transportando sueños, ilusiones y muchos mitos

Todo comenzó a los 12 años, cuando en su primer viaje en avión subió a un Boeing 747 con destino a Miami, Estados Unidos, para pasar unas vacaciones familiares. “Me impresionó muchísimo. La aviación es una pasión. El que tiene esa vena, nunca la pierde, siempre está allí”.

Sin embargo, el destino le tenía deparado hacer carrera en la Armada. “Estando en la escuela naval, descubrí que existía una rama donde podía hacer realidad mi sueño. Los 15 años de carrera militar los ejercí como piloto. Cuando me retiro, ingreso a la aviación comercial”.

Al leer esta nota, cualquiera podría pensar que ser piloto es la mejor profesión del mundo, a juzgar por los viajes, escenarios fantásticos y la oportunidad de conocer lugares nuevos cada día. Almecija sale al paso con respecto a estas creencias. “Los pilotos tenemos tres grandes deseos: ganar tanto como nuestro vecino cree, tener tantas mujeres como nuestras esposas creen y volar tan bien como uno cree. Sin embargo, volar por trabajo nunca es lo mismo que volar por placer. Tiene muchos sacrificios, entre ellos, estar lejos de mi familia. Si bien es cierto que conoces muchas culturas, también implica cuidarse más, desde el punto de vista alimenticio, no solamente para no engordar, sino para evitar enfermedades gastrointestinales y cualquier otra a la que te expones al estar lejos de casa”.

Si bien el hecho de ser piloto ha significado pasar muchas navidades, año nuevo, cumpleaños y acontecimientos familiares lejos de su familia, no lo ve como una característica única de esta profesión. “Hay muchos otros que les sucede lo mismo, por ejemplo a los médicos, a los periodistas, a todo el que hace guardias le ha tocado alguna vez perderse momentos especiales de su familia. Luego tratas de equilibrarlo con otra actividad”.

Al enterarse en cualquier entorno que Almecija es piloto, implica escuchar las más divertidas ocurrencias. “La mayoría de la gente me comenta su miedo a volar, y me preguntan si no nos da miedo. Los chamos te preguntan cómo vuela el avión, cómo se eleva siendo tan pesado. Ahora con el flight simulator hay personas que saben muchísimo sobre aviación, incluso más que uno”.

Pero el comentario que nunca puede faltar es el de aquel que asume que, por ser piloto, automáticamente sabe las causas de todos y cada uno de los accidentes aéreos ocurridos en la historia. “Me preguntan: ‘¿qué fue lo que pasó con el avión de Air France de Río a París? ¿Por qué se cayó?? Creo que el hecho de que existan programas como catástrofes aéreas, ha implicado que el público maneje mayor información de la aviación que la que podían tener antes”.

De sus hijas, la menor conserva la ilusión de ser piloto, algo que a Almecija le llena de brillo la mirada. “Me encantaría que algún día fuera mi co-piloto. Sería una nota”.

A aquellos interesados en ser pilotos, Almecija se muestra realista. “Esta es una carrera que amerita muchísimo estudio. Ser piloto se fundamenta en la experiencia que tiene un valor predominante. En la aviación todo se mide (horas de vuelo, equipos operadores, aeropuertos operados) por lo que al comienzo es muy difícil”.

Al final del día, cuando ven por la ventana de su “oficina en las alturas” y contemplan un atardecer o una noche estrellada, no puede evitar pensar “parece mentira que por esto nos paguen”.